-¿Estás enojada?
-No lo estoy. Por supuesto que no.
-Entonces estás decepcionada.
-Por favor, la decepción se guarda para cosas más grandes, no exageres.
-Ya veo, entonces estás triste.
-¿Por qué debía estarlo?
-¿No eres tú la que siempre se queja de que las personas olvidan la tristeza como una posibilidad dentro de la gama de estados anímicos?
(...)
-Sí... triste podría ser una buena palabra, ¿Quién sabe, eh?
-Hmmm, ¿No deberías ser tú quien lo supiera?
-Ah, tienes razón.
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